1973: la gran inundación de Irapuato

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Ese mediodía del sábado 18 de agosto de 1973, los pobladores de la ciudad de Irapuato no se imaginaban la magnitud del desastre que en pocas horas iban a presenciar por la inundación. 

El mes había sido muy cargado en lluvias y se creía que las cosechas serían buenas, pero todo se vino abajo cuando el agua subía y se llevaba todo lo que encontraba a su paso.

La presa el Conejo se desbordó y el agua subió hasta más de tres metros y en menos de media hora la ciudad era ya un desastre. 

Fue tan grande el poder del agua que la Capilla de San Antonio desapareció, decenas de desechos fueron arrastrados por las fuertes corrientes hasta el estacionamiento subterráneo de la ya desaparecida Autoservicios Blanco; se dice que entre lo que se llevó la corriente había mucha gente. Bomberos que socorrieron a las personas fueron testigos de la tragedia.  

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Antigua capilla de San Antonio, sufrió severos daños, tuvieron que tirarla para reconstruirla.

Días después, el Presidente Luis Echeverría y el gobernador del estado Manuel M. Moreno llegaron a Irapuato y pusieron en operación programas federales para la recuperación del pueblo.

Los más afectados, como siempre, fueron los más pobres. Casas de adobe, techos de lamina, muebles, animales, todo se lo llevó el agua. Algunas construcciones bien cimentadas sirvieron de escape para quienes estaban cerca; en los techos lloraban niños de miedo, frío y hambre mientras los adultos trataban de mantenerse en pie para resistir la tragedia. 

47 años han pasado de la tragedia y aún sigue viva en el recuerdo de los que estuvieron ahí. Los irapuatenses de aquel entonces, el pueblo, fueron quienes levantaron de nuevo a la ciudad, haciéndola lo que es hoy.

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