Fue el 4 de septiembre de 2014, cuando el doctor Gustavo Barbalace, director médico de la clínica ALCLA, en punto de las 13:48 horas, anunció la terrible noticia: “Comunicamos que hoy, en horas de la mañana, falleció el paciente Gustavo Cerati como consecuencia de un paro respiratorio”. En ese preciso momento, en el que la muerte lo acogió, el cantante y músico argentino se volvió eterno.
Hoy, a seis años de su inmortalidad, los fans lo recuerdan en las redes sociales con el hashtag #GustavoCerati.
Fueron 52 meses los que permaneció internado y en coma, consecuencia de un accidente cerebro-vascular (ACV) que padeció el 15 de mayo de 2010, justo al finalizar una presentación en Venezuela. Tan solo tenía 55 años de edad.
“La actitud de la música en general, y la mía en particular, es tratar de capturar ese momento de adolescencia que debe haber ocurrido entre los 13 y los 15 años; ese proceso de confusión y de absorción, que es tremendamente creativo. Mi verdadero banco de inspiración no está aquí, en el estudio, sino en esa época. Y estoy estirándolo todo lo que puedo”, le dijo Cerati al periodista Alfredo Rosso a mediados de 1999.
Cerati ya era un icono de la música no solo de Argentina, sino de toda Latinoamérica durante los últimos 30 años de su vida. Aunque ya era un artista consagrado, muchos especialistas consideran que falleció sin haber alcanzado su madurez creativa, ni como guitarrista ni compositor. Sin embargo, era un profesional que siempre exigía entrega y pasión cuando se trataba de la carrera de su vida: la música.
Siempre le gustó experimentar, como en su álbum Plan V o Bocanada. Fue un tipo al que no le daba miedo arriesgarse, atreverse a lo diferente, pero que siempre tuvo el sello de sus influencias más marcadas como The Police, The Cure y The Smiths.
En la década de los 80 se casó con la diseñadora Belén Edwards y luego con la modelo chilena Cecilia Amenábar, con quien tuvo dos hijos, Benito y Lisa. Más tarde compartió su vida con Déborah de Corral, exmodelo y cantante.
Cerati siempre tuvo una sensibilidad especial para la creación musical y una actitud rockera. Con sus letras hizo una conexión inmediata, casi íntima con sus seguidores y aportó decenas de frases en el imaginario colectivo, algo en verdad extraordinario para quien en un principio fuera solo un estudiante de publicidad en la universidad, donde conoció a Zeta Bosio y el resto es una historia ya bien sabida.
Cerati ya había presentado problemas de salud
En 2006 tuvo las primeras señales de sus problemas de salud. Una trombosis lo convirtió, según sus propias palabras, en “una bomba de tiempo”. Su último concierto en Argentina fue en diciembre de 2009, ante unas 25 mil personas en el Club Ciudad, donde presentó, en aquel entonces, su último disco, Fuerza natural.
Cerati había dividido su concierto en dos partes. En la primera, recorría todo el álbum, casi de punta a punta. Sólo dejaba # (Numeral) para el final. “Puedo equivocarme / Tengo todo por delante / Y nunca me sentí tan bien”, fueron las primeras palabras que cantó. Después, un show de esos que no se olvidan, que se llevó de gira a México, Chile, Perú, Uruguay, Estados Unidos, Colombia, Venezuela…
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Allí, el 15 de mayo, Cerati salió una vez más, a tocar. Como siempre. Fue en la Universidad Simón Bolívar, de Caracas, y volvió a repasar, con su banda, ese repertorio fantástico que había puesto a rodar medio año antes.
Entonces, cantó por última vez: “Uno es así / Dos distancias / Tres armonizan / Cuatro ruedan / Más cinco es la magia / Seis antes de descansar / Siete colores / Ocho mazos / Nube nueve / Diez conviene / Once, yo doce, / vos trece / Paré de contar.”