Definitivamente, esta niña no deseaba deshacerse del pecado original. Su papá la sujetaba con fuerza, su mamá, desesperada, revoloteaba alrededor de la pila bautismal, mientras que el padre pretendía sumergirle la cabecita para concretar el sacramento del bautizo.
La menor de edad luchó con todas sus fuerzas para evitar el sagrado “chapuzón”, mientras que el cura buscaba la manera adecuada de bañar la frente de la pequeña, quien no encontró mejor defensa que esgrimir palabras para que los adultos dejaran de insistir. Esas palabras le salieron del alma.
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“¡Déjenme, déjenme! ¡Put*! ¡Put*!”, gritó la desesperada niña ante la vergüenza de su mamá y su papá, quienes tratan de calmarla.
Parece que cualquier intento por pacificar a la pequeña fue inútil y continuó con los empellones y la negativa de recibir el “sacramento de San Juan“.