VIDEOS: Adiós reina Isabel II, Londres se despide de su monarca

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La reina Isabel II recorre hoy por última vez las calles de Londres. El féretro de roble con los restos de la monarca ha partido este miércoles desde el Palacio de Buckingham, su residencia en la capital, hacia el Palacio de Westminster, donde permanecerá durante cuatro días con sus noches para recibir el adiós final del pueblo, que espera paciente en una fila interminable.

Sobre el carro de combate que llevó el féretro del Jorge VI, tirado por caballos y con la corona en lo alto, el ataúd de la reina ha estado custodiado por hasta 1.000 miembros de las fuerzas armadas, vestidos de gala.

Detrás, han marchado a pie y de uniforme militar el rey Carlos III, sus hermanos, Ana, y Eduardo, y su hijo y heredero Guillermo. El príncipe Andrés y el otro hijo de Carlos, Enrique, visten traje porque ambos han dejado de ser miembros de la realeza en activo. Camilla, la reina consorte, la nueva princesa de Gales, la condesa de Wessex y la duquesa de Sussex se han desplazado en coche.

“He venido a presentar mis respetos a mi antigua jefa”, dice Bixler, de 65 años, con las solapas de su traje militar repletas de insignias.

“La reina era coronel en jefe de mi regimiento en la armada”. Ha llegado a las nueve de la mañana al Mall, la larga avenida frente a Buckingham por la que comienza el cortejo fúnebre, en la que los londinenses se han comenzado a agrupar desde primera hora, algunos incluso desde la madrugada.

Desde que el féretro llegara ayer por la tarde a Buckingham procedente de Escocia, donde Isabel II falleció a los 96 años el pasado día 8, los ciudadanos arropan a la familia real desde los alrededores de la que fuera la residencia de la reina en la capital. Pertrechados con sillas plegables, periódicos, ramos de flores, pasatiempos, ropa de abrigo y termos de café, aguardan desde hace horas.

“Vengo a presentar mis respetos a la reina, en nombre también de mis padres que eran muy monárquicos y estarían devastados en un día como hoy”, dice Elaine, de 64 años.

Sentada a su lado haciendo un crucigrama está Jackie, de 80 años, que ha llegado a las tres de la mañana para coger sitio en primera fila y ver a la reina: “Aún no había mucha gente, podría haberme quedado un par de horas más en la cama, pero tenía que asegurarme de verla. Llevo toda la vida con ella”.

Hoy es jornada laboral en Londres, pero muchos trabajadores se han cogido el día libre, o las empresas les han permitido asistir a la procesión, que ha tenido unos 40 minutos de duración hasta la llegada del féretro a Westminster Hall, en torno a las 15:00 (hora local).

A continuación, ha tenido lugar una breve misa oficiada por el arzobispo de Canterbury con la presencia de la familia real. Después, a las 17:00, se abrirán las puertas de la capilla ardiente al público.

La ciudad está tomada desde hace días por miles de policías que rastrean con perros cada esquina del recorrido y guían amablemente a los ciudadanos según van cortando las calles del centro.

“También hay colegio hoy, pero Chris, de 44 años, ha decidido no llevar a sus hijas a clase e instalarse cerca del Horse Guards Parade, el punto intermedio de la procesión.

“Mi abuelo hizo cola durante todo un día para ver la coronación de Isabel II y llevó esa experiencia consigo toda su vida. Quiero que mis hijas también sean testigos de la Historia, y en el colegio no me han puesto pegas”. Apoyadas en su regazo, Eleanor, de 10 años, y Jemima, de siete, leen libros de Roald Dahl bajo una manta. “Nunca he conocido a la reina en persona, pero siento que es parte de la familia del país”, apunta la mayor de las hermanas.

En la primera jornada de homenaje ciudadano en Londres han resonado las salvas de cañones disparadas desde Hyde Park y el repicar de las campanas del Big Ben, a un lado de Westminster. Durante el recorrido, los aviones no han podido sobrevolar el centro de la capital para garantizar el silencio y el ambiente de solemnidad.

Casi al final del trayecto, en Parliament Square, se encuentra Anne, de 71 años. Se ha ubicado justo debajo de la estatua de uno de los hombres que más influencia tuvo sobre la joven reina y el primero de los 15 mandatarios británicos con los que tuvo que lidiar en sus siete décadas en el trono. Apoyado en su bastón, desde su pedestal, Winston Churchill será testigo de honor de la ocasión.

“La reina ha sido una figura constante en mi vida. Recuerdo que mi padre compró nuestra primera televisión en 1953 para ver su coronación. Se siente como la pérdida de la madre o la abuela de todos; una mujer que ha dado estabilidad al país en sus peores momentos, de una forma silenciosa, pero ha estado ahí”, se emociona Anne, que como la gran mayoría -uno de cada 10, según las últimas encuestas- confía en que Carlos III será un buen rey. “Ha aprendido de su madre, tiene que serlo”.

Hasta 30 horas formados para ver a la reina

La fila, que recorrerá hasta 10 kilómetros a las orillas del Támesis, avanza ya lenta y ha sido cortada por tramos. La previsión es que la gente tenga que esperar hasta 30 horas hasta poder cruzar el Puente de Lambeth hasta Westminster, ya que en el interior de la sala solo se permitirán unas 50 personas al mismo tiempo.

Las autoridades advierten de que hacer la cola no garantiza entrar a verla y mucha gente podría quedarse fuera. Las autoridades de la ciudad han extendido una guía con recomendaciones para quien quiera acceder a la capilla ardiente, que cerrará sus puertas a las 6:30 de la mañana del próximo lunes, día del funeral de Estado.

Informan de que la seguridad de acceso será estilo aeropuerto, con revisión de enseres, y no se permitirá el uso de teléfonos móviles en el interior: ni fotos ni vídeos.

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